Hay tantas cosas que quisiera
decirte que si te tuviese delante no sabría empezar. Tú me conoces, me
temblaría la voz y probablemente las manos también. Quisiera decirte que me
salvaste la vida del mayor peligro, me salvaste de mí misma pero me heriste de
muerte. Disparaste la desconfianza en mi cabeza y no hay manera de sacar la
bala. Me hiciste fuerte y vulnerable y ni siquiera te diste cuenta de ello. No
eras consciente del brillo de mis ojos cuando te miraba o cuando me hablabas.
Eras el único capaz de hacerme sonreír
y llorar con tus palabras. Parecías tener siempre la palabra adecuada en la
boca pero no, aquel día me hiciste daño sin darte cuenta. Tengo la impresión de
que todavía hoy no lo sabes. Te entiendo, siempre dijiste que se te daba bien
captar las indirectas pero las más básicas jamás las captaste a la primera y yo
tampoco te decía nada. Te metiste apretujado en el corazón y te encargaste de
hacerte tu rincón poco a poco y ahora por más que froto no hay forma de
sacarte. Quisiera decirte que es hora que salgas de ahí y dejes entrar a otra
persona pero si te fueras te extrañaría. Eres como un okupa al que se le tiene
cariño y no se quiere echar aunque eso signifique vivir en soledad el resto de
tu vida sin un lugar en el que resguardarte del frío invierno.
Ojalá te hubieses ido a tiempo. Ojalá te quedes para siempre.
Me ha gustado mucho, esta genial!
ResponderEliminarUn abrazo!