Malos recuerdos.

Y mañana, tal vez será otro día.



Malditos recuerdos y maldito cerebro, justo cuando menos los necesito aparecen. Suelen recordarme momentos tristes y momentos de felicidad; aunque estos menos que los primeros. Me recuerdan una y otra vez que yo no he tenido nunca esa persona especial en mi vida, que cada vez que he querido a alguien esa persona no me ha querido de ese modo. Y que por el momento estoy sola. Y cuando los recuerdos me dejan en paz, el cerebro se pone en funcionamiento y se da cuenta de que la mayoría de los días estos sola aunque esté rodeada de gente. Le da por pensar que cuando necesite un abrazo nunca tendré unos brazos dispuestos a dármelo, que cuando quiera llorar no habrá una persona esperándome con un pañuelo y cuando necesite hablar con alguien nadie estará dispuesto a aguantar mis tonterías aunque sea por delante. Y entonces, es cuando mi día se empieza a volver tan negro como el carbón y solo me apetece encerrarme en mi cuarto, ponerme los cascos y abrazarme a la almohada hasta que me duerma y desear que mañana sea otro día.

1 comentario:

  1. Los recuerdos forman lo que somos. Sin ellos no somos nadie.
    De los malos recuerdos se evoluciona, se aprende. Son un martirio en ocasiones, pero, ¿acaso aprendemos de los buenos recuerdos?

    ¡Un beso!

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