Dependencia.


Valentina calmate, tú puedes. Le necesitaba, claro que le necesitaba pero no iba a llamarle ni siquiera a mandarle un mensaje. Esta vez no se iba a tragar el orgullo o al menos eso esperaba. Al igual que hay personas que dependen de las drogas o del alcohol ella dependía de un capullo del que estaba enamorada. No estaban juntos, o tal vez sí y no se habían dado cuenta. No tenían fecha ni un momento significativo de cuando empezó todo porque la historia comenzó sin que se dieran cuenta. Las palabras de enamorados entre ellos no existían, solían ser un "Te necesito" disfrazado de un "Necesito verte". Más que quererse ellos se necesitaban.  Se necesitaban porque el uno tenía lo que al otro le faltaba y viceversa. Se compenetraban y esa era una de las mejores uniones posibles.

Sus discusiones abundaban. Él por sus celos y ella por sus manías, se llevaban como el perro y el gato pero hacía tiempo que se habían dado cuenta que no podían vivir el uno sin el otro. Que tal vez entre ellos no hubiese la magia de las relaciones al principio, ni las palabras bonitas ni las sorpresa por cada aniversario pero sabían que se tenían el uno al otro, que con un solo mensaje la otra persona se presentaría allí para ayudarle. No tenían casi ninguna cosa en común y nadie daba un duro por ellos pero aquí seguian, a las duras y a las maduras sin que nadie apostase por ellos pero siempre ganaban.
Llevaba una hora sentada en una cafetería mientras tomaba su café irlandés, observaba a la gente llegar e irse y ella no se movía. El camarero se le había acercado un par de veces para preguntarle si necesitaba algo pero sus respuestas cortas y secas le habían apartado. Su móvil estaba apagado, quería evitar caer en la tentación de marcar su número de telefono. Aunque ella sabía perfectamente que si la debilidad podía con ella, encendería el teléfono y le faltarían segundos para marcar su número. Había decidido una cosa; encendería su móvil y le llamaría con número oculto sólo para oir su voz y colgar. Sí, era un poco cobarde pero al menos tal vez así la necesidad de verle se calmase un poco. Dicho y hecho, marcó su número.

- ¿Sí? ¿Hola? ¿Hay alguien?
Ella no decía nada, solamente se oía su respiración desde el otro lado del auricular y el chico por supuesto, colgó. Cinco minutos después la melodía de su móvil comenzo a sonar, ella miró la pantalla sin darle importacia pero su cara cambio totalmente cuando vio su nombre escrito en ella. Espero un segundo y contestó.

- ¿Sí?
- Val, te necesito.
- Ya era hora, llevo horas necesitandote pero no quería volver a tragarme el orgullo.
- Idiota. ¿Nos podemos ver?
- Claro, ¿En 10 minutos donde siempre?
- Vale. Por cierto, sé que has sido tú la de la llamada con el número oculto. Eres inconfundible, al menos para mí y te reconocería en cualquier lugar.

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