Miedo a querer(te).


La habitación se me hacía pequeña para tanta vuelta. Llevaba más de dos horas paseando por aquel pequeño cuarto y otras cuantas sentado en aquel sillón incomodo observándola.
- Me gustaría que pudieses escucharme ahora, me encantaría que escuchases la rabia que acumulo ahora en mi interior. Quien habrá sido tan mala persona y tan vil de dejarte tirada en una carretera en un coche tras haber tenido un accidente. Tú, en uno de tus arrebatos por demostrar que puedes cuidar de ti misma habías cogido el coche y alguien había chocado contra ti en aquella aislada y despoblada carretera y había huído dejandote sola, inconsciente e indefensa. Y claro, digo alguien porque gente como esa no merece ser llamada persona. Gracias a dios, y no demasiado tarde un señor con pelo canoso y aspecto cansado pasó por allí y tuvo el valor y la amabilidad de bajarse de su coche, llamar a la ambulancia y esperar contigo a que llegasen.
Me acercó a una de las mesillas que hay al lado de tu cama  y agarro una de las revistas. Es otro de mis intentos por distraerme y que el tiempo pase rápido hasta que tú despiertes. Tras unos cuantos minutos hojeando aquellas hojas sin poner el más mínimo interés escucho un leve quejido, dejo la revista donde estaba y me acerco a ti.
Después de horas inconsciente y de todas estas horas que llevo sin separarme de tu lado, empiezas a mover lentamente los dedos de una mano. Es poco el movimiento que haces pero al menos, es un progreso. Después de unos minutos vuelves a intentar moverte, esta vez un movimiento un poco más brusco y el quejido puede escucharse perfectamente.
- Tranquila, intenta no hacer movimientos fuertes o el dolor irá en aumento.
- ¿Qué ha pasado?
- Has tenido un accidente con el coche y un señor que pasó por allí llamó a la ambulancia, porque el cabrón con el que impactaste se dio a la fuga.
- ¿Y que tengo?
- Para empezar tienes una contusión en el brazo derecho, te has roto dos costillas y tienes una fractura en la pierna. Las demás no son heridas muy superficiales, rasguños con todo lo que podría haberte pasado.
- No entiendo... no entiendo cómo es que estás aquí a pesar de todo. A pesar de todo lo que te dije antes de irme. No merezco que estes aquí, no merezco que hayas esperado a que despierte.
- No digas tonterías. Todos cometemos errores, aquella noche los dos nos dijimos cosas que no queriamos decir.
- Ya... pero yo siempre me comporto como una cría con mis arrebatos por demostrar que no necesito nada de nadie y mira como he acabado.
- No te preocupes, en unas semanas estarás como nueva. Y al fin y al cabo, te entiendo. Cada vez que has querido a alguien, te han roto por dentro y ahora que yo estoy aquí para protegerte tienes miedo. Es normal tener miedo a querer, a entregarlo todo y a que te destrocen. Todo el mundo lo tiene, pero esa coraza que creamos para evitar el dolor generalmente no hace más que molestar.
- No quiero volver a pasarme noches sin dormir. No quiero volver a sentir ese dolor. No quiero volver a sentirme tan sola.
- Shhh.. No dejaré que te hagan daño, lo prometo. Te quiero.
Paso mi mano lentamente por tu mejilla y recojo esa lágrima que quiere escapar de tus preciosos ojos verdes. Tú no respondes a la última frase, pero no hace falta. Lentamente me acerco a tus labios y los rozo suavemente. Es apenas una caricia para nosotros pero en ese simple e inocente beso está escrito todo lo que nos queremos, todo lo que no hace falta decir con palabras. Y todo lo que nos hemos callado todos estos meses jugando a hacernos daño.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho :D Y aunque son minihistorias la mayoría te dejan con ganas de más, de saber que pasa.. Espero seguir leyéndote ;)

    PD: corrige lo de "recogo" :P Sí, lo sé.. soy un poco maniática con las faltas pero es deformación profesional :S

    ResponderEliminar