Empezó de repente. No.
Empezó cuando me fije de pronto en ti.
Tampoco. Empezó en un viaje. Sí, en un viaje. Me fijé porque siempre ibas con tus gafas de
sol, tu sonrisa y tu pinta de “Soy el rey del mundo”. Enseguida me gustaste, pero cuando empezamos a hablar, los insultos
volaban entre nosotros, nos hacíamos de rabiar y parecíamos odiarnos pero sin
darnos cuenta una amistad se creó y cuando quise darme cuenta ya estaba
perdidamente enamorada. Y como siempre,
(y nótese la ironía) la suerte estuvo de mi parte, porque tú ya estabas con
alguien. Quizás fue ahí cuando mi autoestima empezó a bajar hasta límites
insospechados. Y ahora, que por fin te veo solo como un amigo, echo de
menos las mariposas, el cosquilleo en el estomago y los efectos que producías
en mi. Irónico ¿verdad? Echar de menos algo que en su momento te hizo pasarlo
mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario